CÓMO CUIDAR TU PIEL EN EL TRABAJO
La piel es uno de los órganos más importantes del cuerpo
humano y el más extenso. Se encarga de realizar varias funciones esenciales
como protegernos contra las infecciones. Actúa como una barrera que nos protege
del ambiente externo evitando que las sustancias y microbios penetren en
nuestro interior. Por ello debemos cuidar de ella y mantenerla sana.
Son muchos los retos a los que se enfrenta nuestra piel en
algunos ámbitos laborales, según la diversidad de actividades y de puestos de
trabajo: personal sanitario, de la limpieza, peluquerías, laboratorios,
talleres mecánicos, carpinterías, horticultores, etc. Por ello, las afecciones
de la piel representan el grupo de enfermedades profesionales más frecuente,
después de las lesiones de tipo osteomuscular.
Mantener la piel en buenas condiciones mientras trabaja es
vital para evitar problemas a futuro. La dermatitis ocupacional puede
convertirse en un problema grave, que si no se trata o se previene a tiempo
puede terminar desarrollando enfermedades crónicas en la piel.
Existe un gran número de agentes capaces de producir
enfermedades dermatológicas como:
productos químicos, exposición al frío, al
calor o al sol, fricción continua con herramientas, contacto con hongos, virus
o bacterias, etc.
A continuación, te proporcionamos una serie de medidas
preventivas que te ayudarán a mantener tu piel suave, sana y a salvo:
1- Conocer la información exacta sobre las sustancias y los
materiales que utilizas en el trabajo, así como los riesgos a los que estas
expuesto. Saber las precauciones que debes adoptar para evitar esos riesgos y
cómo debes actuar en caso de contacto con la piel.
2- Extremar el cuidado de la higiene personal. La limpieza
periódica de manos y de zonas de la piel expuestas a factores agresivos,
reducen el tiempo de contacto con el producto o material contaminante y evitan
su transporte a otros entornos: domicilio, medios de transporte… En muchos
trabajos es necesaria un baño diario en la empresa tras la jornada laboral.
Para ello son necesarias instalaciones sanitarias con regaderas y lavamanos
dotados de sistemas de abertura que no sean manuales.
3- Limpiar correctamente la piel. Usar sólo la cantidad de
jabón necesaria, frotando a fondo, primero sin agua y luego con poca.
Finalizar, enjuagando totalmente con abundante agua.
4- Escoger el tipo adecuado de limpiador según la suciedad a
la que estés expuesto. Por lo general, el agua y el jabón son suficientes. Para
la suciedad leve lo ideal es un limpiador de pH neutro, sin disolventes y con
menos de un 10% de tensioactivos; y para la suciedad media o tenaz lo indicado
será un detergente de pH ligeramente alcalino, sin disolvente en el caso de que
sean grasas, y con menos de un 30% de disolvente para la suciedad de colas y
pinturas.
5- Evitar los productos abrasivos para limpiar la piel:
serrín, arena o jabón en polvo, así como las pastillas de jabón porque se queda
adherida la suciedad. Es mejor utilizar limpiadores líquidos biodegradables.
6- Usar las protecciones personales necesarias. Prendas de
protección cutánea como: guantes, botas, cubrenucas, protectores solares,
mandiles, caretas o productos protectores específicos (cremas o pomadas).
7- Aplicar cremas protectoras sobre la piel limpia antes de
iniciar cada trabajo y después de cada descanso, especialmente en la zona de
entre los dedos y en la base de las uñas. Pero no deben extenderse sobre pieles
que sufran algún tipo de alteración, ni tampoco si vas a llevar encima guantes
de látex, ya que en ese caso pueden agravar el problema dermatológico.
8- Usar los guantes de látex sólo cuando sea necesario. Un
uso indiscriminado o una exposición prolongada a este material, puede ocasionar
reacciones alérgicas o enfermedades en la piel. Es conveniente alternar con
otros de distinto material.
Comentarios
Publicar un comentario