LA FÓRMULA DE LA SEGURIDAD
Existen tres ingredientes para garantizar un lugar de
trabajo con seguridad: ORDEN, ORGANIZACIÓN Y LIMPIEZA.
Este trío ganador parece fácil de alcanzar, pero como todo
lo aparentemente sencillo, no lo es tanto ya que supone usar uno de los
sentidos más esquivo en el ser humano: el sentido común.
Ya sea que trabaje en una oficina o en la obra más
enfangada, ORDEN, ORGANIZACIÓN Y LIMPIEZA son básicos para disminuir los
riesgos laborales, mejorar la productividad y crear hábitos de trabajo
correctos. Se trata, en pocas palabras, de tener el lugar bien señalizado (con
indicaciones claras y precisas), los materiales correctamente almacenados y las
herramientas (ya sea un martillo o un bolígrafo), máquinas y ropas de trabajo
limpias y en su sitio.
Si el espacio de trabajo se mantiene ordenado y limpio se
eliminará por ejemplo la posibilidad de tropiezos, caídas o pérdidas de
material. En caso de que la labor implique el uso de productos peligrosos, el
desorden y la suciedad pueden desencadenar, por ejemplo, un incendio o un
escape tóxico. Y si a alguien se le ha pasado dejar el extintor en su sitio,
las consecuencias pueden ser peores aún.
La legislación da las claves para mantener unas condiciones
óptimas:
Las zonas de paso, salidas y vías de circulación de los
lugares de trabajo y, en especial, las salidas de emergencia deberán estar
libres de obstáculos.
Los lugares de trabajo, incluidos los locales de servicio, y
sus respectivos equipos e instalaciones, se limpiarán periódicamente y siempre
que sea necesario. Se eliminarán lo más rápido posible los desperdicios, las
manchas de grasa, los residuos de sustancias peligrosas y demás productos
residuales que puedan originar accidentes o contaminar el ambiente de trabajo.
Las operaciones de limpieza no deberán constituir por sí
mismas una fuente de riesgo para los trabajadores que las efectúen, o para
terceros, realizándose a tal fin en los momentos, de la forma y con los medios
más adecuados.
Para que todo esto sea efectivo es necesario que todas las
dependencias y todos los trabajadores se impliquen, independientemente de su
categoría laboral. En este punto es importante que la dirección se comprometa y
se implique en la comunicación y participación de todo el equipo. Solo de esta
forma se crearán nuevos hábitos de trabajo y una cultura preventiva de
garantías.
Las máximas son sencillas. Tan solo hay que limpiar de
inmediato lo que se mancha, eliminar lo innecesario y clasificar únicamente lo
útil, habilitar espacios para guardar y localizar el material fácilmente y
devolver cada cosa a su sitio después de usarla. En este punto aparece el
tercer pilar sobre el que se asienta la seguridad: la señalización.
Una correcta señalización no solo se refiere a las alertar
de resbalones, los avisos de material peligroso, o a las recomendaciones de uso
de una máquina. Su significado es mucho más amplio e incluye la identificación
de los lugares en los que se han almacenado esas cosas que se han considerado
útiles y la mejor forma de ordenarlas (no es lo mismo archivar documentos que
bidones con contenido químico, por ejemplo).
Se trata, en definitiva, de adquirir unos hábitos laborales
cuyas ventajas son innegables: trabajar con comodidad en un ambiente ordenado y
seguro.
FUENTE: https://bit.ly/2mbJBxN
cristianmanyamamapapa32@gmail.coms
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